|  Ambiente
          Tras las 2 puertas que dan  acceso a Ojalá se esconde un local personal, divertido y desenfadado donde su  decoración es uno de los puntos clave. Dos son las plantas en las que se divide  el local. En la planta de arriba las paredes poco cuidadas en tonos verdes  albergan un comedor con capacidad para unas 40 personas en sus mesas de mármol  y pie de forja cubiertas de estampados manteles tipo hules de topos de  colorines, piedras, espirales,... rodeados por sillas de madera de vieja  estética pintadas de llamativos colores a conjunto con el local. Pero sin duda,  si hay algo que llama poderosamente la atención es la inmensa lámpara blanca de  forma circular que cuelga en el centro del comedor y los ventiladores de aluminio  que de forma alineada se sitúan uno tras otro sobre las mesas del fondo. 
           Tras la barra un cartel de  líneas de colores con letras negras perfectamente mal colocadas informan al visitante  de los cafés y bebidas que se sirven en Ojalá. Una barra que en ocasiones se ve  acompañada justo a su lado de proyecciones de fotos y vídeos de distinta  índole.           Pero si peculiar es esta  planta de arriba cuando se baja al sótano te encuentras con una zona tipo chill  out con luces tenues de colores, mesas bajas y cojines a modo de asientos que  se asientan (valga la redundancia) sobre una playa de arena en la que está  convertido su suelo. Diferentes zonas, algunas de ellas tipo privado componen  esta segunda planta que si bien también sirve para comer es más recomendada  para tomar un cafecito o una copa en compañía de amigos. Para rematar esta  planta baja, los baños, todos cubiertos de paredes de pizarra sobre las que  poder pintar con tizas que se dejar en un cubilete en el propio servicio para  que volvamos a nuestra infancia cuando nos sacaban en el cole a la pizarra y  dibujemos, firmemos o dejemos nuestro sello de haber pasado por allí.  Carta
          Dentro de Ojalá podrás  merendar, almorzar, desayunar y como no, comer y cenar. Una completa carta te  dejará elegir dependiendo de la hora del día en la que lo visites. Para cenar y  comer cuentan con una original carta a base de tapas, crujientes, tempuras,  ceviche, tomates verdes fritos, pescado marinado,… Platos de picoteo ideales  para compartir, todos con un toque original, donde buena es la opción de  degustar casi todos sus platos incluso las ensaladas y los postres (algo poco  habitual en locales así). En la web, original como el restaurante, se encuentra  la carta actualizada con precios.  Servicio
          Joven servicio de estética  acorde a la zona en la que se encuentra (piercings, pendientes, pantalones  caídos) ataviados con camisetas negras estampadas con la mascota del local, te  atenderá de manera desenfadada lo que puede suponer que a veces pequen de poco  profesionales si bien el local no exige un servicio exquisito. A veces por estar  repleto tardan algo más de la cuenta y se echa en falta algo más de atención.   Crítica
          Al entrar en este restaurante Ojalá de Madrid, me llamó la  atención dos cosas, por una parte que nos encontrábamos con un restaurante  distinto y por otra que el servicio es más bien borde. Al sentarnos en la mesa, nos echaron el pan, los cubiertos y  las servilletas, sí, lo echaron, pero lo grave fueron las trazas. Nos  entregaron la carta y tardaron bastante en traernos la comida, el restaurante  estaba lleno y había dos camareros, uno más borde y seco que el otro. Se agradece la sala para no fumadores y para confirmar el  “buen” servicio, al entrar ni nos preguntaron si fumábamos o no.  Al final tras ver la carta nos decantamos por 3 platos de  degustación y dos refrescos, buen detalle que trajeran las nuevas coca-colas de  vidrio de 350ml (3€), el pan (2€) tan grande como excelente, mucho mejor que en  cualquier gran restaurante. La degustación de  crujientes (14€) fue decepcionante incluso vergonzoso porque sólo había  tempura, como se puede ver en la foto, el 80% de la degustación fueron tiras de  calabaza y zanahoria. También había un par de  alitas, dos mini-croquetas y dos empanadillas, por suerte estaba todo bueno  pero el empiece no fue bueno. 
 Nos trajeron a la vez la otra fuente de degustación y casi  no cabía en la mesa, la degustación de  tapas (18€) me destacó por la originalidad de algunos bocados como el pollo  caramelizado, había un poco de todo como tartar de salmón, california rolls,  atún marinado y... ¡más tempura!. 
 Por último, en la degustación  de postres (13€) había un poco de cada postre ofrecido en la carta, aunque  la degustación era mínima, se hace recomendable debido a los altos precios de  los postres, perfecto para compartir. Al final estos 3 platos más la bebida y el pan costó 53€, un  precio nada excesivo aunque tampoco comimos mucho y el exceso de tempura me  trastocó un poco el menú.   Del servicio podría decir que  fue inexistente, se dedicaban únicamente a pedir y traer comida. Empezó rematadamente  mal, casi sin mirarnos a la cara y aunque fue de menos a más sin llegar en  ningún momento a cumplir con el mínimo al final uno de ellos (el más borde)  incluso nos obsequió con una media sonrisa. El problema también estuvo en las  formas y es una pena, porque empañó parte de un restaurante diferente, donde no  se come mal, pero que le falta bastante para llegar a ser recomendable  por su comida, se podría decir que la comida llega a ser original y poco más.  Ojalá es conocido  por sus sótanos, cuando bajes al baño verás que toda la planta inferior es una  especie de playa subterránea en penumbra, donde el suelo es arena que parece  ceniza y las sillas son unos cojines. No creo que sea cómodo para comer o cenar,  sí lo veo interesante para tomar algo o desayunar/almorzar con los amigos y  echar unas risas. Los baños tienen paredes de pizarra para poder escribir lo  que quieras con tizas de colores que hay en un cubilete, todo un éxtasis para  más de uno que le gusta escribir en este tipo de lugares. Por último se  agradece que haya wifi, cada vez más usual. Gran lugar por su originalidad, le falla el servicio pero  sobre todo no perdono la comida, no se come mal pero tampoco bien, un “ni bien  ni mal” en toda regla. Ojalá es uno de esos restaurantes a los que hay que  ir... una vez. 
  
            
              | Instalaciones: |  (7,8) |  
              | Servicio: |  (6,8) |  
              | Calidad: |  (7,5) |  
              | Precio: |  (6,5) |  
            
              |  › Documento creado en Enero del 2010   
              Por Javier Rioja
               
               www.rIL.es |  |